La trampa de la productividad: ¿somos máquinas o seres humanos?
Nada mejor para entender todo lo que supone fomentar la productividad laboral que una analogía. En esta charla TEDx Rocío García de Slow Food Compostela habla de un detalle muy interesante que guarda relación con la productividad. Antiguamente, antes de los grandes procesos de industrialización alimentaria, las frutas, verduras, granos, etc., se cultivaban en base a las semillas tradicionales, pasando esas tradiciones de generación en generación.
Con el paso de los años, la generación de nuevo conocimiento en la industria alimentaria y el desarrollo tecnológico, se dejan de cultivar las semillas tradicionales en favor de los híbridos comerciales y los transgénicos que ofrece la industria alimentaria, esto permite que en el mismo espacio de cultivo y con menor tiempo, se pueda generar mayor cantidad de alimento. Es decir, se ha incrementando enormemente la productividad en cuanto a la generación de alimentos.
Algo que, a priori, podría parecer muy beneficioso tiene una contrapartida: alimentos menos nutritivos, peor olor y peor sabor. Entonces, ¿la productividad ha sido para bien? Pues como gallegos que somos la mejor respuesta que podemos dar es un depende. Pero no nos quedemos en el tema alimentario, vayamos a lo que hemos venido a debatir.
La productividad en el siglo XXI
Desde pequeños nos enseñan a ser productivos y nos promueven a esa vida llena de actividades que hacer. Por las mañanas tenemos que ir a clase, volvemos, comemos y a la tarde hay que ir a hacer deporte, a alguna clase que fomente nuestras habilidades manuales y también a aprender algún idioma, si no sacamos notas lo suficientemente “buenas” entonces también tenemos que ir a clases de apoyo. El fin de semana si competimos a nivel deportivo tenemos que ir a las competiciones y si no siempre hay que repasar contenidos del cole o hacer tareas. Vamos, que desde bien pequeños vamos con el “tengo que” por la vida y con una agenda apretadísima. ¿Cómo no vamos a seguir con esa inercia cuando nos hacemos adultos?
Porque a esa inercia se le suman otros factores sociales, entre ellos la creencia de que si no estás ocupado/a las 24 horas del día es que eres perezoso/a o un holgazán, o que si no buscas crecer, el éxito, tener más dinero y alcanzar mejores puestos de trabajo es que “pobrecito/a”, no tienes ninguna ambición.
Así, esa inercia que traemos con nosotros desde bien pequeños, los mensajes que la sociedad nos repite día a día y una suma de factores socioeconómicos que cada vez nos ponen las cosas complicadas, son el caldo de cultivo perfecto para que nos obsesionemos con la productividad y vivamos por y para hacer cosas constantemente. Esto, que en apariencia podría no ser malo, tiene una parte muy mala, al igual que ocurría con los granos modificados de los que hablábamos al inicio, y es la ansiedad y el estrés que acompañan a esa situación en la que no se permite el descanso más que una o dos semanas al año.
Hacer más no te hace ser más productivo
Lo peor de todo ese discurso de la productividad es que cae por su propio peso. Al igual que cuando hacemos entrenamientos de fuerza y tenemos que meter días de descanso para que el músculo se recupere y podamos generar más masa muscular, con el “cerebro” ocurre lo mismo, no podemos estar constantemente pensando en todas las tareas que tenemos que hacer porque si lo hacemos el cerebro se agotará y nuestro rendimiento disminuirá. Así que grábate esto a fuego: cuanto más te estresas menos cosas puedes hacer (y menos en unas buenas condiciones a nivel de calidad del trabajo resultante).
Pero ojo, que no te hablo solo a ti que nos lees para que lo apliques en tu vida, hablo también para las personas que tenéis trabajadores a vuestro cargo: más no implica mayor productividad. Así que piénsalo dos veces antes de encargarle una tarea más a ese empleado o empleada que puede con todo, porque si sobrepasas el peso que puede soportar terminarás por “quemarlo” (ya hablamos sobre el burnout en otras ocasiones).
La falacia de la gestión del tiempo y la multitarea
Otra cuestión que se menciona mucho cuando se habla de ser más productivos es la gestión del tiempo… gestión del tiempo… ¿cómo se gestiona el tiempo? No hay más que ir al diccionario para comprobar que esa expresión no tiene sentido, todos tenemos las mismas horas, no hay gestión que se pueda hacer sobre ellas. Sí tiene más sentido hablar de organización o de orden, ya que lo que sí está en nuestra mano (a veces) es distribuir las actividades o tareas que tenemos.
Es habitual también exaltar a las personas que son multitarea, sin embargo ser multitarea no implica ser más productivo, al contrario, hacer varias tareas a la vez distribuye nuestra atención y es probable que nos acabe llevando más tiempo hacer esas mismas tareas o que las hagamos con menor calidad por no prestar tanta atención. Así que tener a empleados cambiando constantemente de actividad va en contra de la productividad, también te lo digo a ti, individualmente, que estás cocinando mientras atiendes al teléfono, contestas un email y vigilas al peque que anda por casa: una cosa a la vez.
Relacionado con esto también está el número de actividades que tenemos que realizar, no es lo mismo levantarte una mañana y saber que tienes que hacer 4 tareas que levantarte y saber que tienes 20 tareas, esto consume energía porque pensamos en cada tarea que tenemos que llevar a cabo, cómo organizarnos para conseguirlo, cuál será mejor hacer antes, y todos los pequeños detalles asociados a cada tarea. Al final es como la batería del móvil, si tenemos 20 apps abiertas, aunque estén en segundo plano, están consumiendo batería, mientras que si solo tenemos 4 el consumo será mucho menor.
La clave para evitar la sobrecarga y conseguir hacer nuestras tareas es priorizarlas cada día por lo más relevante, estimar el tiempo que necesitamos para cada una de ellas (de forma realista) y limitar cada tarea a ese tiempo. Por ejemplo, para escribir este artículo me he puesto un límite de 4 horas (buscar información, cotejar, redactar, revisar…), eso hace también que mi productividad en esas horas sea mayor, porque sé que tengo que terminar cuando consuma todo ese tiempo. Obviamente no siempre podremos hacer esto y no siempre sabremos estimar el tiempo de las tareas, esto es una guía pero que nos ayudará mucho a organizar mejor el tiempo tanto nuestro como de los empleados.
La importancia de desconectar para conectar
A todo lo anterior hay que sumar la dificultad para desconectar del trabajo y de nuestras ocupaciones en un mundo tan conectado. Antes podías irte al campo con un libro y te olvidabas de todo lo demás, ahora te vas al campo con un libro y a los 2 minutos te están llegando 20 notificaciones al móvil, cuando terminas de mirarlas ya te habías olvidado del libro y del campo y entonces entras en Twitter y empiezas a leer noticias negativas y la paz y relajación que habías ido a buscar se han largado corriendo.
Es muy importante desconectar de verdad, y hacerlo de nuestra vida diaria y nuestras ocupaciones de tareas y de casa es difícil, por eso es fundamental que desde las empresas se vele por fomentar la desconexión de los trabajadores, porque si están 24/7 pensando en el trabajo no descansarán y eso ya no solo es que sea muy perjudicial para su salud (que debería ser lo más importante), sino que también es perjudicial para la empresa porque poco a poco esa persona va a rendir menos inevitablemente.
Entonces ¿cómo fomentamos la productividad de los empleados?
Esto aplica tanto para empleados como para nosotros mismos como individuos, si queremos ser más productivos debemos cuidar todos estos aspectos:
-Desconexión del trabajo y obligaciones
-Definición adecuada de las tareas en el trabajo con un límite de tareas por trabajador
-Organización o distribución adecuada de la carga de trabajo (cuánto tiempo lleva cada tarea y no poner más tareas si no se pueden realizar en la jornada laboral)
-Descansos entre tareas agotadoras, físicamente es muy importante hacerlo pero a nivel cognitivo también porque el cerebro también se fatiga, salir y respirar un poco de aire fresco ayuda a despejar la mente, ¿por qué será? 😉
Al final se trata de volver al origen, retomar esos cultivos tradicionales, esas semillas de las que hablábamos al inicio de este post; respetar los tiempos de la naturaleza y, por tanto, los tiempos del ser humano: descansar, pensar en nada, pasar tiempo en familia y amigos o simplemente pasear por la naturaleza son actividades fundamentales para conseguir esa productividad que tanto se anhela.
Bibliografía:
Cabanas, E. y Illouz, E. (2019). Happycracia. Cómo la ciencia y la industria de la felicidad controlan nuestras vidas. Barcelona: Planeta.
Marvel, M., Rodríguez, C. y Núñez, M. A. (2011). La productividad desde una perspectiva humana: Dimensiones y factores. Intangible Capital, 7(2), 549-584.
Salazar, J. G., Guerrero, J. C., Machado, Y. B. y Cañedo, R. (2009). Clima y cultura organizacional: dos componentes esenciales en la productividad laboral. ACIMED, 20(4), 67-75.